¿Cambiará Joe Biden la relación de Estados Unidos con China?

por | Ene 17, 2021 | América Latina y China, Lo último

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¿Cómo va a cambiar la relación de Estados Unidos con China con la llegada del nuevo presidente, Joe Biden, y la salida de Donald Trump?

Esta pregunta recorre desde hace semanas los círculos económicos de medio mundo y las embajadas de Europa, Asia y América. Para responder a estas preguntas, la agencia española EFE me hizo unas preguntas que más tarde han sido incorporadas dentro de un reportaje más amplio (publicado en Clarín, El Expresso y otros medios de comunicación).

A continuación tienes la entrevista completa, donde analizo si va a cambiar algo (y cuánto), qué podemos esperar de las relaciones entre Estados Unidos y China en la era Joe Biden, y cómo va a evolucionar el conflicto económico y tecnológico en los próximos años.

Pregunta: En primer lugar, quería preguntarle sobre la elección de Joe Biden como presidente de Estados Unidos. ¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrenta la relación entre China y Estados Unidos, y qué puede cambiar con el cambio de presidencia en EEUU?

Hay una máxima que dice que “Estados Unidos tiene Presidentes y tiene intereses; los Presidentes vienen y van, pero los intereses permanecen”. En este sentido, ya sea con Trump o con Biden, Estados Unidos y China van a seguir compitiendo estratégicamente en numerosos sectores y áreas de influencia, y es más que probable que los conflictos en torno al comercio, las inversiones, los avances tecnológicos o el cambio climático se sigan produciendo.

China, por el tamaño de su economía y de su población, y sobre todo por el crecimiento espectacular de su economía (todavía más reforzada por su exitosa gestión de la pandemia del coronavirus), va a seguir ascendiendo peldaños en la jerarquía internacional y ganando en influencia, mientras que Estados Unidos, en las últimas tres décadas la única gran potencia global, va a tener que compartir cada vez más ese poder con Pekín. Ese es el tema de fondo y seguirá estando ahí en los próximos años y décadas, independientemente de quién se siente en la Casa Blanca. 

Ahora bien, con la llegada de Joe Biden yo veo cuatro cambios fundamentales.

1 – Primero, en el estilo y las formas, que en política internacional también cuentan. Joe Biden no va a gobernar a golpe de tweets y se espera de él una política menos cambiante y más consistente con China. Esto podría facilitar unas relaciones más fluidas y sosegadas, y un ambiente más propicio para el diálogo.

2 – Segundo, con la llegada de la administración de Biden, es más que probable que haya cambios en el Ministerio de Exteriores, en la Embajada en Pekín, el Consejo de Seguridad y el resto de personal que se ocupa de las relaciones con Pekín. Personas que con Trump habían mostrado una política de confrontación con China y que habían marcado la agenda con el gigante asiático (como Peter NavarroMike Pompeu o Robert O´Brian), desaparecerán del mapa. Esto también llevará a unas aparentes mejores relaciones con Pekín, sobre todo en el área económica y comercial.

3 – En tercer lugar, se espera de Joe Biden una política menos proteccionista (dejando en segundo plano el “America First”) y más favorable a la globalización y al comercio internacional, con lo que se podrían desbloquear muchos de los aranceles y enfrentamientos comerciales de los últimos años. Con el nuevo presidente será más fácil que Pekín y Washington se sienten en una mesa a dialogar acuerdos comerciales que puedan beneficiar a las dos partes.

4 – Y en cuarto lugar, y relacionado con el anterior, se espera de Joe Biden que renueve el pivot hacia Asia de Barack Obama, olvidándose del aislacionismo que defendía Trump, y buscando consolidar con los socios asiáticos un bloque comercial y económico alternativo a China. Biden podría decidir retomar el TPP que firmó e impulsó Obama (y del que se salió Donald Trump), intentando limitar así el área de influencia económica china en la región. 

Los futuros conflictos entre China y Estados Unidos

Pregunta: ¿Qué escenarios potenciales de conflicto entre China y EEUU son más probables de suceder en un futuro próximo?

Además de las cuestiones comerciales y económicas, que seguirán estando ahí, destacaría dos potenciales conflictos (ambos ya en marcha pero con posibilidad de escalar todavía más):

Primero, la batalla tecnológica, hasta ahora centrada en empresas como Huawei y la tecnología 5G, pero que como hemos visto puede ir más allá y ya ha impactado a otras empresas como Tencent o Tiktok. Otras grandes tecnológicas chinas como Alibaba o Baidu tienen intereses en Estados Unidos, mientras que empresas estadounidenses como Apple también se podrían ver afectadas por el conflicto.

Segundo, y probablemente la más problemática por sus consecuencias militares, las disputas territoriales en el Mar de China, con varias naciones asiáticas disputando la soberanía de varias islas en una zona clave para el comercio internacional, y Estados Unidos manteniendo importantes vínculos militares con los competidores de China. 

Pregunta: China acaba de firmar la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), el mayor tratado de libre comercio del mundo. Algunos medios chinos han dicho que este tratado acabará con la hegemonía estadounidense en el Pacífico Occidental. ¿Está de acuerdo? ¿Qué puede cambiar este tratado en términos estratégicos?

Fue el mismo Joe Biden, cuando todavía era candidato a la presidencia, quien dijo: “si nosotros no marcamos las reglas del comercio en el siglo XXI, será China quién lo haga”. Y eso es precisamente lo que ha pasado con el RCEP. Este acuerdo es la consecuencia directa del aislacionismo y proteccionismo de Trump, que en cuanto llegó a la Casa Blanca decidió acabar con el acuerdo TPP de Obama, que era mucho más ambicioso-liberal y que no incluía a China, pero sí a Estados Unidos.

El acuerdo es otro paso más en la consolidación de China como centro económico y comercial en Asia, desplazando no solo a Estados Unidos, sino también a otras potencias regionales como India (que no ha entrado en el acuerdo). Lo más sorprendente y significativo del acuerdo es que China haya conseguido firmarlo con hasta 14 socios asiáticos, incluidos países con quienes tiene muchas disputas como Japón, Vietnam o Filipinas. China también ha tenido que ceder y tendrá que abrir su economía, lo que generará oportunidades para el resto de países asiáticos.

En términos geoestratégicos, sí, se puede considerar una victoria para China, ya que al ser la economía más grande de la región, con cadenas comerciales y de producción muy sólidas y establecidas, va a conseguir integrarse todavía más en Asia, y acceder con mayor facilidad a los mercados asiáticos. Este reciente acuerdo también podría facilitar más inversiones de China en toda la región, y se complementa con otros acuerdos de libre comercio que Pekín ya tenía firmados con ASEAN, Australia, Corea del Sur, Camboya, Nueva Zelanda o Singapur.

Cuanto más unidas estén las economías asiáticas, en términos geoestratégicos, más difícil es que suceda un conflicto, aunque también es cierto que al ser China la economía más grande de la región, es la que puede ganar más capacidad de influencia a la hora de utilizar estos nuevos vínculos económicos para ejercer presión política sobre sus vecinos.

Para América Latina, una consecuencia negativa del actual RCEP frente al TPP, es que el primero es únicamente asiático, mientras que el segundo (que incluía a Estados Unidos) tenía una dimensión hacia el Pacífico que incluía a economías latinoamericanas como México, Chile y Perú. Si algo necesitan las economías latinoamericanas, eso es precisamente integrarse en las cadenas de comercio global y en particular asiáticas (donde se espera el mayor crecimiento económico en las próximas décadas), y el actual RCEP las deja fuera de esa nueva gran zona comercial asiática. 

¿Habrá más tensiones entre Estados Unidos y China en Latinoamérica?

Pregunta: En los últimos años, la inversión china en Latinoamérica no ha dejado de crecer. ¿Cree que en un futuro cercano vamos a ver más tensión entre China y EEUU por Latinoamérica? Por ejemplo, a la hora de importar sus productos o de vender los suyos allí.

En los próximos años, yo no anticipo ninguna tensión importante en la región entre China y Estados Unidos. Hasta ahora, Pekín ha sido cauteloso en su acercamiento político y militar en América Latina, y la mera distancia geográfica hace difícil que China pueda rivalizar con la presencia estadounidense en Latinoamérica.

Incluso en los países donde ha habido más tensiones en los últimos años, como Venezuela, China ha mantenido una postura de low profile y se ha involucrado mucho menos en la confrontación con Estados Unidos que otros países como Rusia. Así como en Asia sí hay una rivalidad entre Washington y Pekín creciente, y se pueden adivinar conflictos geoestratégicos futuros, en América Latina no hay nada parecido al RCEP vs TPP, ni situaciones militares tan importantes para los dos países como Corea del Norte, ni tensiones soberanistas como las de los islotes en el Mar de China. 

En cuanto a competencia económica entre Estados Unidos y China, actualmente las necesidades de las dos potencias no rivalizan en exceso en América Latina. China está todavía en un momento en el que necesita garantizar sus suministros de materias primas, y sigue invirtiendo en proyectos que garanticen el suministro de cobre, soja o petróleo. Estados Unidos, gracias al desarrollo del fracking, está al menos parcialmente en la situación contraria, así que no es de esperar ningún conflicto en este sentido.

Además, a día de hoy todavía las empresas estadounidenses están varios peldaños por encima de las chinas a la hora de proveer de servicios y productos de alto valor añadido, así que la competencia china se da más con los propios países locales que tienen sectores de manufacturas (como México o Brasil) que con Estados Unidos. Otro sector por el que China está apostando en la región es el de las inversiones en infraestructuras, y aquí hay pocas empresas estadounidenses que estén compitiendo en América Latina (aunque sí europeas, por ejemplo). 

Un sector donde sí puede haber competencia, pero entre América Latina y Estados Unidos por llegar a China, es el de los productos alimentarios, y en particular la soja. Con la creciente tensión comercial entre Washington y Pekín, las importaciones chinas de soja desde Brasil y Argentina se han disparado en los últimos años. Cualquier avance de Joe Biden a la hora de desbloquear las tensiones comerciales podría volver a aumentar las exportaciones de soja desde Estados Unidos hacia China, desplazando de esta forma a los exportadores sudamericanos. 

Pregunta: ¿En qué sectores está más interesado China en Latinoamérica, más allá de la venta de materias primas y alimentos al gigante asiático, o de los megaproyectos de infraestructuras de China allí?

Como segunda economía mundial, China está interesada en todas las dimensiones de poder e influencia. En mi libro “136: El Plan de China en América Latina”, hablo del concepto chino de “zhonghe guoli”, o “poder nacional total”. Esto incluye todas las dimensiones que una potencia pueda obtener, desde el comercio hasta las inversiones, pasando por intercambios comerciales, académicos, militares o de soft-power, o incluso proyectos medioambientales o científicos. China es ya lo suficientemente grande como para no renunciar a ninguna de estas dimensiones en prácticamente ningún lugar del planeta. 

Ahora bien, en América Latina mencionas dos de los ejes principales: inversiones en materias primas y alimentos, y proyectos de infraestructuras. Junto a estos dos, habría que añadir también la concesión de préstamos a países con necesidades financieras, en ocasiones vinculados a la construcción de infraestructuras por parte de empresas chinas y la compra de exportaciones chinas. China busca aumentar su músculo financiero y favorecer la internacionalización del yuan, y aunque todavía con resultados globales modestos, Sudamérica está siendo un lugar donde poner en práctica en esta política (lo que yo llamo “la diplomacia del renminbi”).

Con esto tendríamos lo que China, en su política para América Latina, llama los tres motores de la relación (comercio, inversiones y financiación), que forma parte de su plan 1+3+6.  

Pregunta: En algunos medios de comunicación se ha hablado de la llamada “trampa de deuda” de los países en desarrollo con China, o la creación de dependencias respecto a China. ¿Cuál es su opinión al respecto?

En este caso, una vez más, solo puedo hablar de los préstamos concedidos en América Latina. Aquí, China ha llenado un vacío a la hora de prestar dinero a países con acceso limitado al crédito (como Venezuela, Argentina o Ecuador) y también para sectores en los que es difícil conseguir financiación (como son las infraestructuras).

En muchos de estos casos estamos hablando de economías débiles con problemas de financiación y escasos de capital, que necesitan dinero para realizar proyectos que puedan dinamizar sus economías. Sin ayuda por parte del FMI o del Banco Mundial, Pekín se ha convertido en una opción de sacar estos proyectos adelante (desde carreteras hasta centrales de energía, pasando por explotaciones de petróleo, líneas ferroviarias o centrales hidroeléctricas).

Obviamente, como me decía el sinológo argentino Sergio Cesarín, “nadie presta dinero porque es bueno. Tal vez la madre Teresa de Calcuta lo hacía, pero en el sistema financiero internacional no”. China no sólo cobra tasas de intereses sobre esos créditos, sino que además suele poner condiciones como que los proyectos de infraestructuras sean realizados por empresas chinas, y que los materiales de construcción sean importados también desde China.

En América Latina, el país que más se ha endeudado es sin duda Venezuela, y los propios diplomáticos chinos comienzan ya a reconocer que tal vez no fue una buena idea. De hecho, los créditos concedidos en América Latina tuvieron su pico en 2015, y desde entonces Pekín ha comenzado a aplicar criterios más estrictos y económicos para garantizar que esos préstamos van a ser devueltos algún día.

¿Cómo puede América Latina acceder al mercado chino?

Pregunta: Por otra parte, China ha prometido abrir sus mercados a más servicios y bienes latinoamericanos porque el comercio no está equilibrado. ¿Cree que esto va a cambiar en el futuro?

El principal problema que tiene América Latina es que, al margen de materias primas, produce pocos productos o servicios que sean competitivos y que China necesite, y las empresas latinoamericanas están poco integradas en las cadenas globales de producción. Pekín ha firmado, por ejemplo, tratados de libre comercio en América Latina con países como Chile, Perú y Costa Rica, que abren significativamente el mercado chino. Pero, ¿en qué sectores son estos países competitivos frente China, o frente a otros potenciales competidores asiáticos?

Chile sí que es un país que en los últimos años ha conseguido abrir mercado en China en otros productos a parte del cobre, como muestra el ejemplo del vino chileno. Pero es complicado que vaya a haber algún cambio significativo en los próximos años para el conjunto de la región: América Latina (México o Brasil) va a seguir sin poder competir en el sector de las manufacturas con China, y el resto de productos más sofisticados que China necesita van a venir en su mayor parte de países desarrollados como Japón, Corea del Sur, Europa o Estados Unidos. 

Pregunta: China clama que a la hora de hacer negocios en Latinoamérica que no interviene en los asuntos internos de otros países. ¿Es eso así? 

Esto es en líneas generales cierto. Pekín defiende que nadie se entromezca en sus asuntos internos (en temas como el Tibet, Xinjiang, los derechos humanos o Hong-Kong) y suele corresponder también obviando los asuntos internos de los países latinoamericanos. En una región que se ha visto históricamente influenciada y presionada por Europa y Estados Unidos, esta política es en general bien recibida por los países latinoamericanos.

Ahora bien, esto no quiere decir que Pekín no defienda sus intereses económicos en la región: China ejerce influencia en los sectores económicos en los que participa, y utiliza la política y su músculo económico para defender sus intereses económicos en la región.  

Pregunta: Otro sector que parecía importante para los países latinoamericanos el del turismo. Sin embargo, la pandemia ha frenado en seco las esperanzas de que más turistas chinos lleguen a estos países. ¿Cómo ha influido y cómo va a influir la pandemia en las relaciones entre China y Latinoamérica?

La pandemia obviamente ha frenado el turismo internacional en todo el planeta, y probablemente vaya a seguir así durante 2021 y parte de 2022.

De todas formas, y pensando en el largo plazo, yo no creo que el turismo chino hacia América Latina vaya a ser algo significativo en la próxima década. China está muy lejos, y cuesta mucho tiempo y dinero llegar a América Latina. Tal vez México y la zona del Caribe puedan ser una excepción, pero hay muy pocas líneas aéreas directas, y la competencia con otros países de Asia, Europa o Estados Unidos va a ser muy grande.

El turismo chino va a seguir diversificándose y creciendo en los próximos años (una vez se controle la pandemia), y sí que tiene sentido apostar por mejorar las conexiones aéreas y generar ofertas turísticas atractivas para los turistas chinos, pero siendo conscientes de que siempre va a ser un mercado pequeño para los países latinoamericanos. 

Pregunta: Ha habido algunos casos, como el del proyecto Rosita en Bolivia, o el de Hidrovia Amazonica en Perú que han sido cancelados o suspendidos. ¿Cuál es su opinión sobre estas inversiones?

Hay muchos otros proyectos similares, como el Canal de Nicaragua o el tren bioceánico Brasil – Perú,  que se anuncian a bombo y platillo en los medios de comunicación y que nunca llegan a completarse. Desde que algunos de estos proyectos se anuncian hasta que se finalizan pueden pasar años o décadas, y en muchos casos se acaban cayendo por el camino por la falta de financiación, la complejidad de los proyectos o la oposición de las poblaciones locales.

Los principales proyectos de China en Latinoamérica

Pregunta: ¿Qué proyectos destacaría como los más significativos que ha realizado China hasta la fecha en Latinoamérica? ¿Qué nivel de éxito diría que ha tenido hasta el momento el proyecto de Una Franja Una Ruta en Latinoamérica?

Brasil es sin duda el país donde más inversiones (y más variadas) ha hecho China en los últimos años. Aquí, yo destacaría las compras de antiguas empresas petroleras europeas, como la de Sinopec por Repsol Brasil o Galp Brasil. Y sobre todo la amplia presencia de State Grid, que está considerado ya uno de los grandes generadores (sino el mayor) distribuidores de energía en Brasil. Su reciente compra del negocio de Naturgy en Chile es otra muestra de su expansión por Sudamérica.  

Las inversiones mineras en Perú, por ejemplo, son muy significativas y están entre las inversiones más grandes en el continente. El desarrollo de proyectos como el de Toromocho por la empresa CHINALCO o el proyecto de las Bambas de la empresa China Minmetals, ambos polémicos por sus consecuencias sociales y medioambientales, suponen inversiones totales de 4.800 y 10.000 millones de dólares. Son inversiones muy significativas que en principio implican de forma directa a empresas chinas en el sector de la minería del Perú a muy largo plazo. 

En Ecuador, la construcción de plantas hidroeléctricas ha sido muy importante también en los últimos años, con el ejemplo de Coca Codo Sinclair como la inversión más grande. 

Y en Argentina y Brasil, la entrada de COFCO comprando Nidera y Noble Group es muy significativa ya que muestra el interés de China en tener una empresa comercializadora de alimentos similar a las ABCD. 

Estos de arriba son sólo algunos de los proyectos más destacados, tanto por el grueso de la inversión como por sus implicaciones estratégicas. En todo caso, el proyecto de Una Franja Una Ruta de China está mucho más centrado en Asia y Europa. Es verdad que China lo está “vendiendo” también en América Latina, y que algunos fondos destinados dentro del marco de esta iniciativa podrían acabar en América Latina, pero en realidad el grueso de los recursos se irán a las rutas marítimas de Asia y a las terrestres de Asia.

La revalidad tecnológica entre Estados Unidos y China acaba de empezar

Pregunta: Finalmente, ¿cómo ves la rivalidad tecnológica entre Estados Unidos y China, y en particular en América Latina?

Aunque tal vez con mejores formas que durante la era Trump, todo apunta a que las tensiones en torno a la tecnológía seguirán produciéndose entre Estados Unidos y China en los próximos años. En este sentido, cualquier medida que limite el suministro por parte de empresas estadounidenses a empresas chinas puede tener consecuencias en los intereses de estas compañías en América Latina.

El caso de Huawei y sus teléfonos móviles es significativo: la prohibición de mayo de 2020 daña sin duda sus intereses en todo el mundo, ya que la imposibilidad de actualizar el sistema operativo (Android) o utilizar algunas apps estadounidenses desincentiva la compra de dispositivos Huawei en toda América Latina. Esto tiene especiales consecuencias en los países latinoamericanos, ya que los precios asequibles de los productos chinos son muy atractivos para los consumidores latinoamericanos. Según algunos estudios, Huawei ha estado en los últimos años en el top 3 en la venta de teléfonos móviles en países como México, Colombia o Perú. Esa posición está ahora en riesgo. 

La cuestión del 5G también estará sobre la mesa en los próximos años. Huawei es sin duda la empresa que podría extender esta tecnología por América Latina de la forma más económica posible. Y el factor precio puede ser más importante en muchos países latinoamericanos de lo que lo es Estados Unidos, Europa, Japón o Australia.

También hay que tener en cuenta que el espionaje destapado por Wikileaks en 2015 tuvo un especial impacto en América Latina y en particular en Brasil, donde las escuchas de la entonces presidenta Dilma Rousseff causaron una enorme conmoción en el país. Con estos precedentes, es difícil que algunos países de la región se vayan a alinear con EE.UU. y prohibir a Huawei por cuestiones de seguridad. Aún así, yo preveo fuertes presiones en ambas direcciones, con Washington y Pekín intentando influir cada uno en una dirección a la hora de conceder futuros acuerdos de telecomunicaciones en América Latina, y ambas potencias utilizando la estrategia del palo y la zanahoria para influir en una u otra dirección.

Es de esperar que países más cercanos políticamente a Estados Unidos, como México o Colombia, sean más proclives a aprobar legislaciones que perjudiquen las oportunidades de Huawei, mientras otros con mejores relaciones con China, como Brasil o Perú, puedan estar más cerca de llegar a acuerdos con Huawei. 

En este sentido, por cierto, la postura de Brasil será clave, y es probable que la salida de Trump (con buenas relaciones personales con el presidente Jair Bolsonaro), pudiera facilitar el acercamiento brasileño a China. Un acercamiento que de todas formas lleva décadas produciéndose y que encuentra probablemente la relación geoestratégica más sólida e importante que Pekín tiene en América Latina.

Daniel Méndez
Daniel Méndez es el autor del libro "136: el plan de China en América Latina", publicado en 2019 y que explica en profundidad las crecientes relaciones políticas y económicas entre el gigante asiático y el continente americano. En 2010 creó la página web ZaiChina. Es Licenciado en Periodismo y Estudios de Asia Oriental. Colaboró desde Pekín con varios medios de comunicación (entre ellos El Confidencial, Radio Francia Internacional, El Tiempo y EsGlobal) y es el autor del libro "Universitario en China. Así son los futuros líderes del país". [Más artículos de Daniel Méndez]

2 Comentarios

  1. Fydela Robayo de Villamil

    Me encantó tu análisis, apreciado Daniel. Sin embargo, eres muy tibio en las relaciones China Europa, ahora que ya Biden anunció que recupera las buenas conversaciones. Y a su vez los europeos mandan mensajes de dudas o incertidumbres sobre las propuestas de comercio y financiación ofrecidas por China.
    Mi país Colombia, con su actual poder político está condicionado a ser súbdito de USA. Pero por errores diplomáticos “en pro” de Trump, caerá en el menor tiempo, entre los olvidados por BIDEN. Una pequeña puerta para que el sector privado mire a la RPCh.

  2. Daniel Méndez

    Gracias Fydela.

    De hecho, con la llegada de Joe Biden, es probable que haya más cambios en las relaciones entre Estados Unidos y Europa que entre Estados Unidos y China. Todo parece apuntar a que Biden tendrá mejores relaciones con sus socios europeos y buscará profundizar en las relaciones económicas y políticas con Bruselas, entre otras cosas como una forma de aislar a China y de potenciar el rol de Estados Unidos en el centro de la globalización.

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