En pocas semanas, el Partido Comunista de China (PCCh) renovará sus puestos de mayor responsabilidad, llevando a lo más alto del poder a una nueva generación de políticos chinos. Se trata de una transición que tiene lugar cada diez años y en la que las distintas facciones del Partido y otros grupos de interés intentan hacerse con los cargos más importantes. A pesar de estas luchas internas por el poder político, lo cierto es que más de uno echaría a correr ante los difíciles retos que los nuevos líderes tienen por delante. Desde las primeras semanas tendrán que tomar importantes decisiones para evitar la desaceleración de la economía, reducir las desigualdades sociales y poner fin a la crisis del caso Bo Xilai; al mismo tiempo, y pensando en el largo plazo, deberían sentar las bases de un desarrollo más equilibrado y sostenible, creando un sistema del bienestar en un país todavía en vías de desarrollo, pero que para el 2022 podría convertirse en la primera economía del mundo.
Sigue leyendo en Foreign Policy en español este artículo de Daniel Méndez, director de ZaiChina.
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