La inmigración china al Perú: la comunidad más grande de América Latina

por | Sep 20, 2019 | América Latina y China, Lo último, Sociedad china

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Los chinos en el Perú: el orgullo de ser tusán

Desde muy pequeño, Rodrigo Campos se dio cuenta de que su familia era diferente. En la casa en la que creció en la ciudad de Ica, unos 300 kilómetros al sur de Lima, su abuela no cocinaba con espátula, sino con palillos chinos; al huevo no le echaba sal, sino salsa de soja. “Yo me daba cuenta de que en mi familia había cosas distintas; en el colegio hablaban de cosas que en mi casa no se hacían”, explica este joven en la veintena.

Aunque no se nota mucho en su tez morena y barba tupida, Rodrigo Campos es uno de los millones de peruanos con sangre china. Las particularidades que vivió en la cocina de su casa son tan sólo un ejemplo de la excepcionalidad de este país sudamericano, que ha recibido una migración casi constante de ciudadanos chinos desde mediados del siglo XIX, cuando llegaron para sustituir a los esclavos africanos en las haciendas de algodón y azúcar.

Sólo entre 1849 y 1874 desembarcaron en Perú cerca de 100.000 chinos. Después de décadas de migraciones y mestizaje con la población local, se calcula que en la actualidad hay entre un millón y tres millones de peruanos con antepasados chinos (entre el 3% y el 9% de la población peruana), a quienes se les conoce como tusán (del chino tusheng, “nacido en la tierra”).

Cómo llegaron los chinos al Perú

En el caso de Rodrigo Campos, la historia de sus orígenes chinos en Perú se remonta a 1920, cuando sus bisabuelos llegaron a Sudamérica procedentes de la provincia de Guangdong. Perteneciente a la etnia hakka (con su lengua y cultura propias), la familia progresó rápidamente y se convirtió en una de las más influyentes de Pisco. Sus bisabuelos fundaron las sedes en esta ciudad de los dos partidos chinos más importantes de principios del siglo XX (el Kuomintang y el Minzhidang), mientras que su abuelo regentó una pequeña tienda o bodega de comestibles y productos básicos (bautizadas por los locales como “chinos de la esquina”).

Criado en gran medida en ese ambiente asiático de sus abuelos, Rodrigo Campos todavía hoy entiende hakka y recuerda pasar interminables horas en la tienda de su familia. De aquellos tiempos no ha olvidado algunos de los principios confucianos que guiaban a la familia, como el respeto a los mayores, el gusto por la disciplina o el énfasis en la educación.

Por encima de todo, Rodrigo Campos recuerda el culto al trabajo que mamó desde pequeño. “Lo que yo percibía era un profundo desprecio por el vago. Profundo. Si alguno de mis primos mayores no trabajaba, prácticamente perdía los derechos en la casa”, explica este recién licenciado en Artes Escénicas por la prestigiosa Pontificia Universidad Católica.

Casi 100 años después de que sus familiares llegaran a Perú, Rodrigo Campos ha heredado el gusto por las asociaciones chinas y la participación en las actividades de la comunidad. Hoy, este veinteañero bien vestido, de pelo largo y conversación inteligente es miembro del Comité de Jóvenes de la Asociación Peruano China (APCh), una organización fundada en 1999 que se ha convertido en el centro de la comunidad tusán en Lima. Aquí realiza actividades para promover la cultura asiática, fomentar la unión de todos los tusanes, facilitar los intercambios con China, conocer más sobre su pasado o sencillamente encontrarse con otros peruanos con antepasados chinos.

Aporte de los chinos al Perú

Orgulloso de su pasado asiático, Rodrigo Campos es uno de los más firmes defensores de la identidad tusán. Muy integrados en la cultura peruana, pero durante años discriminados en el país, estos descendientes de chinos no lo han tenido fácil durante el último siglo para encontrar su lugar en Perú. “Estamos poniéndole nombre a un sentimiento que no existía. Porque la palabra tusán existe, pero siempre era como un porcentaje de chino. Entonces uno tiene un hueco identitario. Hasta que llegamos y dijimos: ‘no, nosotros no somos ni chinos ni peruanos, nosotros somos tusanes’”, explica con pasión.

Esta nueva identidad sino-peruana, en la que entran personas de varias generaciones y con sensibilidades muy distintas, no es fácil de definir. Los tusanes más implicados suelen compartir su pasión por la comida china, una profunda conciencia histórica de sus orígenes, algunos principios ligados al Confucianismo y en ocasiones la herencia lingüística.

En el grupo de amigos tusanes de Rodrigo Campos, por ejemplo, es frecuente escuchar el español mezclado con algunas palabras de cantonés. “Hay una especie de códigos entre los tusanes. Tú has visto a los mexicanos en Estados Unidos. Ellos tienen una estética y una subcultura, con su propia literatura, e incluso su propia forma de hablar. En el caso del Perú, yo creo que nosotros tenemos algo así”.

La flexibilidad con la que se vive esta identidad tusán es evidente en cualquier evento organizado por la APCh. En junio de 2015, el Comité de Jóvenes de esta asociación realizó un evento para hablar sobre los primeros chinos que llegaron al Perú y se presentaron unas 100 personas de todas las procedencias y colores. El ambiente, sin embargo, era puramente peruano: los jóvenes se saludaban con dos besos en la mejilla, hablaban en español y utilizaban WhatsApp. “En este evento hay muchos mestizos como yo que no tenemos apariencia de chino para nada, pero que estamos perfectamente incluidos en la comunidad porque se ha creado esta especie de mestizaje que ha generado esta subcultura tusán”, afirma Rodrigo Campos. Todo vale y todo es posible en una comunidad tusán que no le pide el carnet a nadie.

La fiesta del Año Nuevo Chino en Lima

El evento más importante (y masivo) de la APCh es la fiesta del Año Nuevo Chino que se celebra todos los años entre enero y febrero (en función del calendario lunar). Para muchos tusanes el evento supera en importancia a la Nochevieja.

En la celebración de 2015, que se realizó en un centro de convenciones del exclusivo barrio limeño de La Molina, acudieron más de 1.000 personas, había música en directo y la entrada costaba 110 dólares (incluida cena y barra libre). “Yo he visto gente que tiene poco dinero que junta todo el año para comprarse el vestido para ese día. Es una locura, es una fiesta de derroche…”, dice Rodrigo Campos. “Para que veas lo tusanes que somos, es una fiesta como el año nuevo occidental: es de noche, es un tonazo [‘fiestón’ en el argot peruano], con cohetes, fuegos artificiales… y no tiene nada del espíritu del año nuevo chino”.

Además de organizar fiestas y unir a los tusanes, la APCh tiene otro objetivo todavía más importante: ligar. Ya a finales del siglo XIX, cuando nacieron las primeras asociaciones chinas en Lima, una de sus principales misiones era facilitar los matrimonios entre chinos. Si en aquella época era sumamente complicado porque el 99% de los migrantes asiáticos eran hombres, en la actualidad la misión resulta más sencilla. “Nosotros jodemos mucho con este tema porque hay muchísima gente que va a las asociaciones a ligar. Hay chicas tusanes muy guapas. Y a parte en casa hay presión para que te cases con un tusán o con un chino”, reconoce Rodrigo Campos.

Aunque los propios tusanes suelen ser mestizos (como casi todos los peruanos), en las familias en las que se ha mantenido cierta tradición todavía se prefiere el matrimonio entre personas de raza china. Rodrigo Campos recuerda que su madre jamás le habló del tema, pero que sus abuelos y sus tíos le insistieron desde pequeño en la idoneidad de encontrar una mujer china.

El amor entre chinos en el Perú

Para alguien tan metido en la comunidad tusán y que busca mantener esas raíces asiáticas, las ideas de sus abuelos todavía tienen sentido. “Yo creo en el amor libre, pero a mí me parece muy importante que se sigan casando entre tusanes; porque si no, inevitablemente, eso se va diluyendo y no hay marcha atrás. Mis enamoradas han sido tusanes”.

A pesar de la gran diversidad y mestizaje de los descendientes chinos, el componente racial sigue siendo una especie de termómetro entre los miembros de la comunidad. Esta herencia familiar se calcula en porcentajes (100% si todos tus abuelos y padres eran chinos) y, aunque existe flexibilidad, es una cuestión que otorga prestigio y legimitidad en las asociaciones.

En el caso de Rodrigo Campos, su madre era un 75%, ya que tres de sus abuelos eran chinos; al casarse con un peruano, ha dejado a Rodrigo Campos justo la mitad: un porcentaje del 37,5%. “Esto es muy tusán. Nosotros hablamos de porcentaje de chino. Es una conversación súper habitual”.

Uno de los motivos de que los tusanes hablen con tanto orgullo de su pasado chino tiene que ver con el éxito económico que la comunidad ha alcanzado en las últimas décadas. Considerados en el siglo XIX como lo más bajo en el escalafón social y racial (por debajo de mestizos o negros), los chinos se fueron abriendo paso poco a poco a través de restaurantes, pequeñas tiendas, comercios y empresas. “Eso es algo muy típico de aquí: nuestros abuelos chinos eran humildes y ya los nietos son clases medias y están estudiando en la universidad. Esto tiene que ver con el progreso del Perú, pero también con que los chinos tienen eso”, dice Rodrigo Campos.

Aunque no a todo el mundo le ha ido tan bien, los tusanes de la elite se encuentran entre las clases medias-altas del Perú. Muchos de ellos han abandonado el atestado barrio chino y se han instalado en el residencial distrito de San Borja, donde han proliferado los restaurantes, karaokes, bares y locales de masajes para servir a esta comunidad sino-peruana. Algunos familiares de Rodrigo Campos son hoy propietarios de varios locales en Ica y en Lima, mientras que su primo segundo, José Gallardo Ku, fue Ministro de Transportes entre 2014 y 2016. Además del progreso económico de los tusanes en Perú, el otro gran aliciente para los descendientes de chinos es el despegue económico del gigante asiático al otro lado del Pacífico.

Cuando los primeros emigrantes llegaron a Sudamérica en el siglo XIX, China era una nación en crisis y en guerra, dividida en decenas de pedazos, en constante debacle económica, atrasada tecnológicamente y derrotada por las grandes potencias. En el siglo XXI, sin embargo, el gigante asiático se ha convertido en la segunda economía del planeta y la percepción entre muchos emigrantes ha dado un giro de 180 grados.

“Mi abuelo me decía que cuando era chico sentía vergüenza porque era distinto, comía arroz sin sal y los peruanos lo jodían por ser chino, por los palitos, por el idioma… y él se sentía un poco avergonzado”, recuerda Rodrigo Campos. “Pero en 2012, ya cuando estaba a punto de morirse y cuando China ha sido una potencia, él veía el canal de televisión chino todo el día y se murió orgullosísimo de la reivindicación y del crecimiento chino. Y volvió a salir entonces una cosa con la que nos han criado, que es que el chino es superior a los demás. Discriminados, hechos mierda, con una mano delante y otra detrás, pero diciéndoles que son lo mejor. Y yo creo que eso tiene que ver con que todos jalemos más para lo chino que para el otro lado”.

Erasmo Wong

En Lima, el barrio chino se ha convertido en toda una atracción para turistas y curiosos. Desde finales del siglo XIX, centenares de asiáticos (junto con sus restaurantes, tiendas y asociaciones) se han instalado en las once calles que conforman este enclave oriental del centro de la capital peruana. En sus estrechas callejuelas no sólo se puede sentir el intenso y variado olor de la comida china, sino también el bullicio de uno de los barrios más dinámicos y animados de Lima, con cerca de 11.000 comercios.

El centro de todo este universo es la calle peatonal Capón, donde hasta los bancos extranjeros (como el BBVA) tienen sus nombres escritos en caracteres chinos. Al principio y al final de esta calle, sobre las elegantes baldosas que cubren el suelo, están las siglas de una persona que en las últimas décadas ha marcado el destino de la comunidad china: E. Wong.

Calle Capón, en el barrio chino de Lima. [FOTO: Daniel Méndez]

La primera vez que se vieron estas letras en Lima fue en 1942, cuando Erasmo Wong Chiang, quien había llegado desde China en los años 30, abrió una pequeña tienda de 60 metros cuadrados en la Avenida 2 de Mayo. El local era el típico humilde negocio de inmigrantes chinos que vendía productos básicos de consumo: juguetes, regalos, alimentación y bebidas. La familia vivía en el segundo piso del mismo edificio y, además de su mujer (Ángela Lu Vega), en la tienda era frecuente encontrarse a sus cinco hijos echando una mano en el negocio: Erasmo, Edgardo, Eduardo, Efraín y Eric.

Hasta aquí, la historia de los Wong es más o menos la misma que la de miles de familias cantonesas llegadas a Perú a principios del siglo XX. En 1983, sin embargo, impulsados por el espíritu empresarial de los hijos (y en particular del primogénito Erasmo), la familia abrió su primer supermercado en el Óvalo Gutiérrez, entre los céntricos y adinerados distritos de San Isidro y Miraflores. Dos años después, las siglas E. Wong ya se habían colocado en otros dos grandes locales más y para 1993 la familia contaba con otra marca de supermercados (Metro) y adquiría las cadenas Galax y Todos.

En 2008, aquella pequeña tienda de la esquina se había convertido en un imperio empresarial líder del comercio minorista en Perú: el grupo Wong contaba con 350.000 metros cuadrados de superficie, 11.500 trabajadores y ventas anuales por valor de 1.000 millones de dólares . En poco tiempo, el modelo de la empresa pasó a ser estudiado en las escuelas de negocios de toda Sudamérica y su cabeza visible (Erasmo Wong hijo) en uno de los empresarios más admirados de Perú.

Eramo Wong y el éxito de los chinos en el Perú

Para tusanes como Rodrigo Campos, el éxito de los Wong se convirtió en su mejor carta de presentación. Con su figura delgada y elegante, su pelo canoso y bien rasurado y su español perfecto, Erasmo Wong era el ejemplo perfecto del éxito empresarial de la comunidad china, su culto al trabajo y su plena integración en el país. Los chinos ya no eran esos migrantes pobres y maleducados que vendían productos baratos en pequeñas tiendas; de repente eran empresarios de éxito que trataban bien a sus empleados y contribuían al desarrollo del país con negocios de calidad.

“Para mí, la actitud hacia todo lo chino comienza a mejorar desde que los Wong empiezan su cadena de supermercados. Antes tú veías a un peruano con una china e iba medio agachadito; ahora no, ahora saca pecho”, explica Raúl Chang, director de la histórica Revista Oriental y otra de las figuras clave de la comunidad china en Lima.

Además de eso, esta cadena de supermercados supo ganarse el corazón de los peruanos. Desde 1986, la empresa organiza todos los años “El Corso de Wong”, un colorido y multitudinario desfile por el centro de Lima en el que se combinan carrozas, danzas folclóricas, reinas de la belleza, personalidades de la farándula, fuegos artificiales y dragones. El evento, que en la actualidad dura cinco horas y congrega a unas 100.000 personas, se celebra siempre durante las Fiestas Patrias (aniversario de la independencia de España) y va acompañado por la bandera nacional, las notas del himno y los gritos entusiastas de “¡Perú! ¡Perú! ¡Perú!”.

Aunque el nombre de Wong suene muy chino, este enorme espectáculo con tintes patrióticos hizo que todos los peruanos lo sintieran como propio. Tanto es así, que cuando la familia decidió vender el negocio en 2007, una ola de indignación recorrió el país. La venta por 500 millones de dólares al grupo chileno de supermercados Cencosud fue vista por muchos como una traición. “Era un orgullo nacional y ahora está en manos de chilenos. Es un trago muy difícil de pasar”, decía una lectora en la revista peruana Caretas.

La repercusión mediática y el éxito económico del grupo Wong coincidió con la llegada al poder en 1990 de Alberto Fujimori, un peruano de familia japonesa (los llamados nikkeis) que puso en primer plano las raíces asiáticas de Perú. De hecho, en su campaña electoral Fujimori utilizó eslóganes que reforzaban la imagen asociada a los países orientales, como su célebre “honradez, tecnología y trabajo” que invadió calles, periódicos y canales de televisión.

Llamado más tarde “rata china” por sus críticos y con enormes zonas oscuras como legado (corrupción, abuso de poder, destrucción de las instituciones democráticas, violación de derechos humanos), a su lado estuvieron otros descendientes de asiáticos como Jaime Yoshiyama Tanaka (Ministro de Transportes y Comunicaciones), Daniel Hokama Tokashiki (Ministro de Energía y Minas en tres ocasiones), Víctor Joy Way (presidente del Congreso dos veces), Eduardo Yong Monta (Ministro de Salud) o Jorge Lay Kong (Ministro de la Presidencia). En ningún país de América Latina la comunidad asiática ha alcanzado tanto poder político.

Los chinos del Perú y Fujimori

Aunque en un principio la lucha contra Japón formara parte intrínseca de la identidad tusán (no olvidemos la traumática guerra sino-japonesa entre 1937 y 1945), la comunidad china tiene fuertes vínculos con el fujimorismo, convertido hoy en una de las grandes corrientes políticas del país. Es bien sabido que la familia Wong ha donado dinero en los últimos años a las campañas de su hija Keiko Fujimori. Y si bien no existe una inclinación abierta e institucional, no hay dudas de que algunos de los principios con los que se identifica al fujimorismo (mano dura contra la violencia, catolicismo, valores tradicionales y libertad económica) encajan bien con el espíritu de los tusanes. “Los chinos del Perú son muy conservadores y pertenecen políticamente a los partidos más conservadores; en las comunidades chinas no hay izquierda”, afirma sin dudas Rodrigo Campos.

Al margen de tendencias políticas, Erasmo Wong hijo es en la actualidad uno de los grandes referentes de la comunidad china en el país sudamericano. Las letras impresas al principio y al final de la calle Capón no son fruto de la casualidad: en 1999, este empresario lideró un acuerdo con la municipalidad para revitalizar la actividad económica y la herencia cultural del barrio chino.

Durante los siguientes diez años se peatonalizó la Calle Capón, se revitalizaron los comercios, se hicieron reformas en los edificios y se incluyó una nueva decoración de estilo chino. El barrio volvía a la vida y lo hacía en gran medida gracias a la familia Wong.

El arco que señala el comienzo del barrio chino de Lima. [FOTO: Daniel Méndez]

Fue también en 1999, en el aniversario de los 150 años de la llegada de los primeros chinos al Puerto de Callao, cuando Erasmo Wong fundó la Asociación Peruano China (APCh) que entusiasma a jóvenes como Rodrigo Campos. En torno a esta institución, que cuenta con varios comités, un coro y una revista y organiza todo tipo de actos culturales y fiestas (incluso un concurso Miss Tusán cada dos años) se ha concentrado una parte importante de la elite tusán de Lima. Su presidente es Erasmo Wong.

En 2015, además, se inauguró el Centro de la Amistad Chino – Peruano, un moderno edificio de 1.260 metros cuadrados que cuenta con un teatro para casi 300 personas, oficinas, salas multifuncionales, galerías de arte y parking. Su objetivo es convertirse en el espacio por excelencia para todos los eventos culturales entre el gigante asiático y Perú. Aunque este Centro no pertenece a la APCh y se construyó gracias a una donación de tres millones de dólares por parte de la embajada de China en Lima, está dirigido por un patronato y su presidente es… Erasmo Wong.

El poder económico, su influencia mediática, la reconstrucción del barrio chino, la fundación de la APCh y su presidencia del Centro de la Amistad Chino – Peruano sitúan a Erasmo Wong al frente de los tusanes. Aunque en gran medida este exitoso empresario ha dejado atrás la historia de inmigración de su padre, él sigue vinculado al conjunto de la comunidad china. Y lo hace en calidad de líder. “Es una costumbre de los chinos: el que tiene plata está a la cabeza de todo”, explica Humberto Rodríguez Pastor, uno de los antropólogos que mejor conoce a la comunidad china. “Y si Wong dice que hay que comprar tal edificio, pues todo el mundo viene y pone dinero. El que tiene plata manda”.


Nota: este artículo forma parte del libro “136: el plan de China en América Latina” (puedes comprarlo en Amazon España o Amazon Estados Unidos). Si solo te interesan las relaciones entre China y Perú, no te pierdas el ebook China en Perú: inversiones minerías e inmigración.

Daniel Méndez
Daniel Méndez es el autor del libro "136: el plan de China en América Latina", publicado en 2019 y que explica en profundidad las crecientes relaciones políticas y económicas entre el gigante asiático y el continente americano. En 2010 creó la página web ZaiChina. Es Licenciado en Periodismo y Estudios de Asia Oriental. Colaboró desde Pekín con varios medios de comunicación (entre ellos El Confidencial, Radio Francia Internacional, El Tiempo y EsGlobal) y es el autor del libro "Universitario en China. Así son los futuros líderes del país". [Más artículos de Daniel Méndez]

2 Comentarios

  1. Luis Prina Beni

    Interesante artículo que se lee con agrado. Felicitaciones a la comunidad china en el Perú. Una gran historia de esfuerzo personal y amor a la educación. Un paradigma para todos los peruanos..

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