Places where I would write a report, by Jorge Planelló
Jorge Planelló, a regular contributor to the Spanish newspaper El Mundo from Beijing, continues today with our “luxury guests” week .
Planelló offers us today a preview of his future report on the train that goes to Tibet. From a journalistic point of view, it is a good way to see a more human and personal side of the professionals who work in the media. Above all, it is a good opportunity to learn more about this region and see the consequences that the new train can have on Tibet.
The Tibet Train
Jorge Planelló
I have in my hands a book entitled Take the Train to Tibet , which I bought a few weeks ago to prepare for my next trip. The text, written by Chen Yang, who is passionate about mountaineering and adventure travel, offers a delicious story about the landscapes, the towns that inhabit the train route between Qinghai and Tibet, one of the most fascinating in the world.
La portada lo dice todo: se ve una vía recta, infinita, que se dirige hacia unas montañas desafiantes. Durante décadas, China desechó numerosos planes antes de ser capaz de hacer realidad este ferrocarril, con el que ya había soñado en su día Mao Zedong. O bien no había dinero o la tecnología no era suficiente para atravesar el paraje montañoso que separa Tíbet de Qinghai. Pero lo que más me apasiona de viajar en este tren es poder ser testigo privilegiado de cómo ha cambiado y cómo cambiará una vasta región de China gracias a este inmenso proyecto, finalizado hace cuatro años. Desde pequeño, cuando veía una vía de tren, siempre me cautivaba la idea de que, siguiendo esa línea, llegaría a algún destino enigmático. Pero en China, un tendido de ferrocarril es un pasaporte hacia el cambio, como deja caer el libro China’s Great Train: Beijing’s Drive West and the Campaign to Remake Tibet.
Obviamente, antes de que este tren llegara a Lasha, ya había llegado el avión, pero el ferrocarril aún tiene un papel privilegiado en China al ser el transporte de larga distancia que eligen millones y millones de personas. (De hecho, gracias al impulso del Gobierno a la alta velocidad, no creo que deje de tenerlo nunca). El impacto del tren, por tanto, es mayor a la hora de acercar una de las regiones más despobladas y remotas de China.
Pero me pregunto, a unos pocos meses de partir hacia allí, si a la vez que cambian los pueblos también se pierden poco a poco los dichos y el rico vocabulario con que los locales describen el imponente paisaje donde viven. No es difícil imaginar que más de un ingeniero del proyecto se echase a temblar al escuchar que las montañas de Kunlun son la mismísima “puerta del infierno”. La región de Wudaoliang, a medio camino entre Qinghai y Tíbet, y conocida por su frío extremo y su clima impredecible, también es pródiga en dichos: “Wudaoliang es tan frío que puede matar lobos, quien quiere que vaya allí deseará ver de nuevo a mamá y papá”.
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