“La economía brasileña crece, el ingreso per cápita crece, Brasil es un país rico en agua, tierra y sol. El pueblo brasileño es trabajador y la cultura brasileña atrae a los chinos.” Estas fueron las palabras pronunciadas por el ministro de comercio Chen Deming, quien recién finalizó una visita de cuatro días al gigante sudamericano acompañado por una gran comitiva de empresarios.

Podría pensarse que se trata de las típicas palabras elogiosas y vacías propias de un político o del exceso de entusiasmo por parte de un recién llegado. Sin embargo, Chen no faltó a la verdad y en esta frase están bien explicitados los intereses de China en esta nación, de la cual es el principal socio comercial desde 2009 y el principal inversor extranjero desde 2010.

En el año 2011, siempre según el ministro Chen, China invertirá en Brasil 8.000 millones de dólares. Incluso se podría decir que al hablar de sol no se refería a las playas de Copacabana y a la industria del turismo, sino a la fuente de energía por la que China apuesta en el futuro (más que nunca ahora, tras la hecatombe nuclear de Japón y el agua que está desapareciendo de sus principales ríos).

Relaciones comerciales entre China y Brasil

El comercio entre ambas naciones alcanzó el año pasado los 56.000 millones de dólares, con un superávit para Brasil de 5.000 millones. Sin embargo, Chen aclaró que a China no le molesta este déficit. Además, invitó a los empresarios de la potencia industrial sudamericana que se quejan -con razón- de que están perdiendo mercados debido a la competencia china y a la devaluación del yuan a que vayan a vender a China, ahora que el gigante asiático está intentando potenciar el consumo interno.

Chen fue muy claro: China seguirá invirtiendo fuerte en Brasil, pero sus intereses son en energía, infraestructura, alimentos, minerales y telecomunicaciones. Los mismos que tiene en toda Latinoamérica, los mismos que en África. Corresponde a los empresarios brasileños entrar a China con más valor agregado. Y las puertas están abiertas, dijo Chen.

¿Inversiones brasileñas en China?

Tal vez fue éste el único punto en el que faltó un poco a la verdad. Entrar a China no es tan fácil. Si bien la realidad muestra que las grandes multinacionales –que tienen diálogo directo con la cúpula del Partido- invierten y se lucran en China sin dificultades (lo que han sabido aprovechar multinacionales brasileñas como Embraer y Vale do Rio Doce), para empresas más pequeñas existen trabas que van desde las culturales hasta las comerciales. De hecho, en los últimos meses son cada vez frecuentes las quejas de empresas occidentales, según las cuales las trabas son cada vez mayores justo en el momento en que se pretende impulsar el consumo interno.

China tiene proyectos e inversiones en todos los países latinoamericanos y su principal interés está puesto en Brasil (que -además de todo lo mencionado por Chen- tiene una población numerosa). Lo siguen en la lista Argentina (soja y maíz), México (frontera con Estados Unidos) y Perú (plata y otros minerales).

China se ofrece a construir infraestructuras en Brasil

El ministro chino dejó en claro que conoce las debilidades internas que le impiden a Brasil crecer aún más: un importante déficit en generación eléctrica y en infraestructura. Y es ahí donde China se ofrece a invertir (y de hecho ya lo hace) en condiciones más ventajosas que cualquier otro país. Y es ahí donde Brasil no puede negarse si verdaderamente pretende seguir siendo una potencia industrial y no seguir el camino de proveedor de materia prima que está recorriendo desde la crisis de las potencias occidentales y las Olimpíadas de Pekín.

Y por supuesto el Paraíso no será esa imagen bucólica de la naturaleza en ebullición, sino, como lo es cada día más, la urbe gris repleta de nuevas tecnologías a disposición del hombre común. Para beneficio de las multinacionales. Y del Partido.

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