El pasado mes de noviembre, antes del último encuentro entre los cuatro países que conforman el principal bloque exportador de alimentos del mundo, todo el Mercosur exhibía grietas preocupantes. Brasil y Argentina (que imponen desde siempre la agenda) se dedicaron durante la reunión a buscar mecanismos para frenar la avalancha de productos chinos; mientras, Uruguay pedía menos restricciones y Paraguay trataba de hacerse oír en vano por enésima vez.

Dos meses después, el presidente uruguayo “Pepe” Mujica comentaba que el Mercosur estaba estancado, a lo que el precandidato paraguayo del Partido Colorado añadía que de llegar a la presidencia abandonaría este bloque sudamericano. Brasil y Argentina no abren la boca, porque de allí sólo brotarían insultos. La crisis europea y las relaciones comerciales con China podrían terminar de desintegrar algo que nunca llegó a estar integrado.

China, Brasil y el Mercosur

El viceprimer ministro chino, Wang Qishan, estuvo recientemente en Brasil participando junto con el vicepresidente Michel Temer de la reunión de la Comisión Sino-Brasileña de Alto Nivel (Cosban).

El intercambio comercial entre los dos países creció casi un 40% en 2011, alcanzando los 77.000 millones de dólares. Tres años antes, tras la crisis del 2008, China desplazó a Estados Unidos y se convirtió en el principal socio comercial y, poco después, en el mayor inversor extranjero en la potencia sudamericana. Aún así, y a pesar de que Brasil tenga un superávit de 11.000 millones de dólares en su comercio con China, no todo es alegría para el país que por estos días festeja su carnaval.

Porque (como ya hemos mencionado anteriormente) si bien Lula supo desprenderse de Estados Unidos en el momento justo y mirar a China, esto le ha costado a Brasil pasar de ser una emergente potencia industrial a ser una emergente exportadora de materias primas. La Federación de Industrias de Sao Paulo, la responsable del “milagro brasileño”, no está nada contenta con esta situación. Pero, ¿qué hacer?

Brasil intenta limitar las exportaciones chinas

La medida tomada por el gobierno brasileño de aumentar a un 30% el impuesto a los autos importados busca frenar la entrada de autos chinos, que creció un 600% entre el 2010 y el 2011. Otros sectores en los que Brasil decidió aumentar los impuestos a la importación fueron el textil y el calzado, donde la segunda economía mundial está liquidando a la industria local, no sólo dentro del país, sino también en otros países latinoamericanos y africanos donde ha penetrado con éxito. El vicepresidente Temer pidió a Wang Qishan “un eventual dimensionamiento voluntario de las exportaciones chinas a Brasil”.

La recaída económica de Europa en 2011 ha puesto a todos los países que no están al borde de la quiebra ante el mismo dilema. Cómo exportar más y al mismo tiempo limitar al mínimo las importaciones. Incluso una potencia como China, que ante la caída de las exportaciones pretende desarrollar su mercado interno, ejerce cada vez más presión sobre sus competidores foráneos.

Un buen ejemplo es la actual confrontación entre los puertos chinos de Dalian y Qingdao con la multinacional brasileña Vale do Rio Doce, propietaria del buque carguero más grande del mundo y cuya función es transportar mineral de hierro brasileño hacia las costas del principal consumidor mundial de este mineral y otros. La Asociación de Propietarios de Buques de China acusó a Vale de competencia ilegal y de convertirse en un monopolio formador de precios en el mercado. Ahora Vale atraca sus supercargueros en Filipinas y desde allí trasvasa a buques más pequeños que completan el viaje a China.

La guerra proteccionista mundial recién empieza y es un “todos contra todos”, como lo evidencia lo que ocurre actualmente en el Mercosur. Soluciones no se avizoran por ningún lado. Por un lado, los funcionarios brasileños y argentinos enfrentan el problema de cómo detener el ingreso de productos chinos cuando China es el principal destino de las exportaciones de Brasil y Argentina, y el segundo –todavía- de Uruguay (en todos los casos un 90% de las exportaciones son materias primas o commodities). Pareciera que la única solución es la adoptada por el vicepresidente brasileño: pedirle a China que voluntariamente autolimite sus exportaciones.

China, Argentina y el Mercosur

En el caso argentino, la situación es mucho más dramática debido al creciente déficit con sus principales socios comerciales: Brasil y China. La gran solución ideada por el Secretario de Comercio Guillermo Moreno ha sido trabar todas las importaciones, creando un mecanismo burocrático que paraliza el ingreso de mercancías por varios meses.

Esto implica también trabar las importaciones provenientes de los socios del Mercosur. Los tres socios se quejan (como ya se han quejado el gobierno de Estados Unidos y de varios países europeos, mientras China espera callada), pero Argentina sólo escucha a Brasil y responde diciendo que cierren la boca porque gozan de un superávit de 4.000 millones de dólares.

En el más reciente capítulo de esta guerra interna, la Asociación de Comercio Exterior de Brasil (AEB) criticó la penetración de productos chinos a través de la zona franca de Ushuaia. La zona bautizada por Julio Verne como “el fin del mundo” es hoy el principal parque industrial argentino, donde se arman electrónicos y electrodomésticos con piezas provenientes de China, que luego llevan el rótulo “Hecho en Argentina”. Según el representante de la AEB, José De Castro:

“Argentina no está en condiciones de montar aparatos electrónicos con productos locales, no tiene producción de plástico o de componentes para hacerlo”.

China, Uruguay y el Mercosur

Al mismo tiempo, Uruguay sufre los ataques de los dos gigantes que lo crearon (el origen de la República Oriental del Uruguay fue un acuerdo entre Argentina y Brasil). Recientemente una fábrica de bicicletas uruguayas se vio obligada a cerrar. “Eran bicicletas chinas, acá armaban una parte, les ponían una calcomanía y ya eran uruguayas”, argumentó el embajador argentino, Dante Dovena.

También durante estos días, Brasil trabó la importación de mantas uruguayas debido a que están fabricadas con fibras sintéticas traídas de China, por lo que se les aplicará el mismo arancel que a las provenientes de aquel país.

La última noticia, aparecida el jueves 23, es que Brasil pretende cobrar impuestos retroactivos a los vehículos importados por la firma uruguaya Effa Motors, una empresa con poco más de un año de vida cuyo principal inversor es la firma china Lifan Motors y cuya meta es producir para exportar a Argentina y Brasil.

En Argentina no pueden entrar y según el gobierno de Brasil estos vehículos no cumplen con el mínimo requerido de piezas fabricadas en Uruguay. Un par de días antes, el ministro uruguayo de industria y comercio, Roberto Kreimerman, había llegado muy contento de China porque Lifan le había anunciado sus intenciones de aumentar considerablemente sus inversiones en la República Oriental (de occidente). En vez de eso, Effa Motors decidió suspender actividades y enviar a sus 300 operarios al paro, ya que tiene 2.000 vehículos parados en su planta.

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