El Premio Nobel de Literatura de este año ha ido a parar a Mo Yan, un escritor consagrado en China que ha descrito con humor y dureza la historia reciente de China y los dramáticos cambios sociales que ha vivido el país.
Hace tiempo que China vive una doble obsesión con los Premio Nobel. Por un lado, hasta ahora todos los Nobel que habían estado relacionados con el país (el Dalai Lama, Gao Xinjiang y Liu Xiaobo) estaban marcados por su posicionamiento político. Casi siempre, lo que se estaba premiando era la defensa de unos valores y principios democráticos frente al gobierno chino. En segundo lugar, el país estaba obsesionado con su incapacidad para conseguir Premios Nobel en categorías como física, química, medicina o literatura, lo que venía a mostrar el retraso de China respecto a los países desarrollados. El Premio a Mo Yan rompe con estas dos tendencias que habían marcado la relación que este país tenía con los Nobel.
Si Estados Unidos y Europa tienden a convertir cualquier historia relacionada con China en una cuestión política, la Academia Sueca se ha alejado por primera vez de la polémica a la hora de mirar (y reconocer) a este país. Mo Yan ha sido premiado por su talento literario. Punto. Aunque algunos parecen empeñados en politizar el galardón (aquí un par de ejemplos), el premio debería permitir a todo el mundo ir más allá de esta cuestión e intentar comprender el valor de Mo Yan y de la literatura china. Si durante décadas la etiqueta de “censurado en China” ha sido casi garantía de difusión y éxito comercial en Occidente (a veces a pesar de la baja calidad de las obras), el Nobel de Literatura de este año es una oportunidad para que editoriales, productoras y en general todo el mundo de la cultura sepa apreciar el valor literario de los autores chinos independientemente de su posicionamiento político.
El premio a Mo Yan también debe ser interpretado como un galardón a toda una generación de escritores chinos nacidos durante el Maoísmo y que han desarrollado su carrera desde los años 80. Todos ellos (Yu Hua, Yan Lianke, Su Tong…), cada uno con su estilo, han sabido retratar las miserias y penalidades que ha vivido China en las últimas décadas, formando un coro de potentes y originales voces capaz de traspasar fronteras. La otra gran generación de escritores chinos, la de principios del siglo XX (con nombres tan importantes como Lu Xun, Lao She o Ba Jin) no consiguió nunca un reconocimiento internacional tan claro. Gao Xinjiang, premiado en el año 2000, a pesar de hablar de China y de incorporar muchas cosas de este país, era un escritor exiliado desde 1987 y convertido en ciudadano francés diez años después. El de Mo Yan es, por lo tanto, el primer Premio Nobel de Literatura para el país más poblado del mundo y que cuenta con una larga y riquísima tradición literaria.
El galardón es también una buena oportunidad para que China sepa reconocer el enorme potencial cultural con el que cuenta dentro de sus fronteras y deje de minusvalorar el talento de sus artistas e intelectuales. Desde las Guerras del Opio de mediados del siglo XIX, que marcaron el comienzo del hundimiento del país, China ha vivido acomplejada por su inferioridad respecto a los países desarrollados, autoflagelándose por su decadencia y falta de talento. Esta especie de autocrítica nacional, de sentimiento de inferioridad (también en el campo de la cultura), todavía sigue presente (aunque combinada con un fuerte nacionalismo) en amplias capas de la sociedad media y de los propios intelectuales. El Premio Nobel a Mo Yan es una buena oportunidad para que China sepa también apreciar lo que tiene en casa y se olvide de su obsesión con los Nobel.
El galardón a Mo Yan es un premio justo a un autor brillante y a un país que se merecía ya un Nobel de Literatura. En un mundo tradicionalmente dominado (también culturalmente) por Occidente y que cada vez está más conectado con otras regiones, un premio como este debería servir para acercar a dos mundos (Occidente y China) muchas veces enfrentados e incomprendidos.
Más
• En ZaiChina: Reacción de medios de comunicación, intelectuales y otros escritores chinos / Manel Ollé: “A la chita callando, Mo Yan convierte sus ficciones en espejos incómodos contra el poder”
Sus libros: en español se pueden leer las siguientes obras de Mo Yan: Sorgo rojo / Shifu, harías cualquier cosa por divertirte / La República del vino / La vida y la muerte me están desgastando / Grandes pechos, amplias caderas / Rana
• Entrevista: por José Reinoso, diario El País: La voz recuperada de Mo Yan (uno de los mejores textos en español para hacerse a la vida y obra del nuevo Premio Nobel de Literatura)
El primer Nobel de literatura chino fue Gao Xingjian, pese a quien pese, y negarlo o relativizarlo responde a razones obvias. Otra cosa es que su estilo guste más o menos.
Cuando lo recibió en 2000, Gao nació en China, fue premiado por su obra escrita en chino y en la que hablaba de China y sus vivencias como intelectual en China. Aparte del pasaporte, ¿cuál es el problema para considerarlo chino? Gao no se fue de China ni adoptó la nacionalidad francesa por gusto: se tuvo que ir porque en su país no le dejaban escribir como él quería. Juan Ramón Jiménez también recibió el Nobel estando exiliado en Puerto Rico, pero eso no nos lleva a considerarlo un Nobel portorriqueño. Y cuando Vargas Llosa ganó el Nobel, nadie dijo que se tratara de un escritor español o europeo; a pesar de su cambio de nacionalidad, sigue siendo un autor 100% latinoamericano. Es absurdo que muchos en China consideren más chino a Jeremy Lin que a Gao Xingjian…
Dicho esto, me alegro de que se lo hayan concedido a un autor supuestamente “del otro lado” (aunque esta etiqueta de autor cercano al gobierno aplicada a Mo Yan es algo muy muy relativo y objetable….)
Bueno, el tema de la chinitud y la identidad de las personas no es fácil. Como tú bien dices, Gao Xinjiang tiene pasaporte francés, y en muchas otras competiciones internacionales (mundiales de fútbol, juegos olímpicos, etc…) eso suele ser lo único que se tiene en cuenta.
Por otro lado, Gao es una muestra de la literatura de la diáspora china, es decir, de todos esos chinos que han desarrollado su carrera en el extranjero. Su obra tiene en realidad muy poca repercusión en la China continental, al contrario de lo que pasa con Mo Yan o con otros escritores que, además de tener pasaporte chino, siguen viviendo en el país.
Por otro lado, como tú bien dices, hay un doble rasero a la hora de considerar a unos chinos y a otros no, muchas veces por consideraciones políticas de fondo.